Se acaba una semana sin precedentes en la historia de la participación ciudadana en Paraguay. La publicación de las declaraciones juradas de autoridades y funcionarios públicos estuvo en boca de todos. Desde el primer día la divulgación de estos datos provocó algo común en la gente: indignación. Pero esto motivó la acción, el control ciudadano vivió su máximo apogeo y hoy es una realidad.
El acceso a documentos que confirman lo que hasta hace poco era “vox populi”, en el caso de algunos inexplicables crecimientos patrimoniales, hoy está documentado y la gente pide acción.
El propio Camilo Benítez Aldana, titular de la Contraloría General de la República (CGR), el miércoles declaró en rueda de prensa que antes del mediodía la web de la institución había tenido más de 6.000 visitas relacionadas con la consulta de las declaraciones juradas. Pero la ciudadanía no se quedó ahí, en horas de la tarde del mismo día el viceministro de Tributación, Oscar Orué, anunciaba que ya había varias denuncias formales sobre evasión en base a lo que se pudo ver en los documentos.
La cultura política de los paraguayos avanza de manera gradual hacia un claro cambio para nuestra democracia. Los ciudadanos exigen honradez en el comportamiento de los administradores públicos y para expresarlo utilizan las redes sociales, donde durante los dos primeros días “declaraciones juradas” fue tendencia. Los memes ironizando la fortuna de muchos, tampoco se hicieron esperar. El tema fue transversal a clases sociales, partidos políticos, franjas etarias: la indignación se sintió en todos los niveles.
Los políticos tradicionales alguna vez pudieron creer que la corrupción era el aceite que hacía girar la rueda de la propia permanencia en el poder político. Pero ahora el pueblo reclama transparencia y servidores públicos que sirvan al pueblo, no que se sirvan del pueblo y todo parece indicar que esta ola no parará hasta lograrlo.